“Vivo en el interior. Soy el que más ganas tenía de que el comedor se inaugure”, dijo Enzo Sánchez, que estudia Trabajo Social en Filosofía y Letras. Todos los días viaja desde Leales hasta San Miguel de Tucumán para estudiar, así que la posibilidad de almorzar por $18 (el precio que tendrá cada menú) es una ayuda económica enorme para él, contó.
Los alumnos del centro Prebisch de la UNT (que incluye a Filosofía y Letras, Psicología, Odontología y Educación Física) vivirán hoy una jornada cargada de valor. Al mediodía se inaugurará un comedor universitario con capacidad inicial para 150 estudiantes. Los históricos comedores cerraron hace 39 años, apenas comenzó la última dictadura cívico militar.
Las autoridades del Rectorado y de la Facultad respondieron a una de las reivindicaciones históricas del movimiento estudiantil. La apertura del comedor fue una de las cuatro banderas de lucha de los estudiantes que en 2013 tomaron cuatro facultades por 53 días.
Las autoridades de Filosofía y Letras y del Rectorado celebraron la apertura, y enfatizaron que entre noviembre y diciembre funcionará como prueba piloto para pulir falencias en 2016. Hasta la obtención de subsidios nacionales, el beneficio se sostendrá con recursos de la universidad, bajo la órbita de las secretarías de Bienestar Universitario y de Asuntos Estudiantiles. Dos proyectos de reglamento elaboradas por una Comisión de Comedor, conformada en 2013, esperan su tratamiento en el Consejo Superior.
“Es una deuda que tenía la democracia desde 1983 que comienza a saldarse”, resumió la decana Mercedes Leal, mientras recorría las instalaciones en compañía del vicedecano, Santiago Rex Bliss, y de Patricio Sanna, coordinador de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles de Rectorado. Bajo las órdenes del cocinero Oscar Ibáñez, cinco empleados sellaban sartenes y trabajaban en el postre de la inauguración.
“Uno ve las mesas y las sillas ordenadas; significa mucho, tiene un valor histórico muy grande”, expresó Bliss.
Para la decana, la UNT sufrió un duro golpe durante la dictadura, del que recién termina de recuperarse. “No quiero que se piense que este es el comedor deseado, porque tiene límites físicos; aspiramos a que se pueda ampliar. Pensar un comedor es tener en mente un comedor mucho más grande. Queremos que esto sea un punto de partida para impulsar una política genuina de comedores”, anheló.
Para concretar esta primera experiencia, Sanna contó que autoridades de Rectorado recorrieron comedores de universidades nacionales de Chaco, Córdoba y La Plata, para interiorizarse sobre el funcionamiento. “Esos comedores funcionan con una subvención del Estado, que en muchos casos llega a ser del 100%. Se trata de una herramienta más de inserción social, que ayudará a reducir la deserción universitaria.
Entusiasmo en fila
Mientras esperaba su turno para inscribirse en el comedor, Sánchez se ayudaba con sus manos para explicar los gastos que debe afrontar su familia para que él pueda cursar. “Sólo en colectivo gasto $ 400 por mes, y eso que tengo abono. Por un margen muy chico no puedo aspirar al plan Progresar, así que la lucho para poder estudiar. Hay muchos problemas de infraestructura; esto es un avance, al menos”, completó. Al lado de Sánchez, esperaba con los brazos cruzados María Teresa Domínguez de González, de 65 años. Cursa primer año de Profesorado de Francés. “Tengo muchos hijos recibidos, así que sentí que ya era mi turno de estudiar. Se necesita un desayuno fuerte y un buen almuerzo para poder estudiar. El comedor es una ayuda”, explicó.
Melanie Torta, de 20 años, sonrió apenas terminó el trámite. Ella cursa tercer año de Odontología. “Es un beneficio tremendo, por la reducción de gastos. En mi carrera nos piden muchos materiales, así que es una ayuda. Por año se puede gastar más de $ 5.000”, resumió. Un grupo nutrido de alumnos y militantes de diferentes agrupaciones estudiantiles consideró la inauguración como una victoria pírrica. “Se trata de un logro, pero es apenas un puntapié inicial porque se abrió el comedor, pero por fuera de los parámetros que buscábamos con el proyecto en el que se trabajó después de la toma”, resumió Augusto Obeso, estudiante de Psicología, que participó de las marchas de hace dos años. Diversas agrupaciones organizaron una olla popular a la misma hora que el acto de inauguración, para insistir con el reclamo de mayor capacidad. “El comedor no es para todos los estudiantes, sino apenas para 150 personas; llevaremos la lucha a fondo para tirar abajo el cupo”, resumió Micaela Alegre, militante del Plenario Universitario de Lucha (PUL). El objetivo de la actividad es que quienes no ingresen en el cupo puedan almorzar a precios accesibles.
"Los estudiantes consiguieron su objetivo, tras 30 años de lucha"
“Que la UNT se haga cargo de esta reivindicación histórica implica que los estudiantes, después de 30 años de lucha, consiguieron su objetivo. Todo lo que se consigue se consigue con lucha”. Rubén Kotler sintetizó de esta manera las implicancias de la reapertura de los comedores universitarios. El historiador resumió la historia de los comedores universitarios y su importancia en las luchas estudiantiles de los 70.
Los tres comedores de la UNT fueron cerrados el 2 de abril de 1976, por decreto del entonces interventor militar Eugenio Antonio Barroso. “Simbólicamente implica conseguir una consigna histórica del movimiento estudiantil que tuvo sus picos en la movilización de 2013, con la última toma”.
Los comedores reunían sobre todo a estudiantes de otras provincias. Las comisiones de los comedores estaban integrados sobre todo por estudiantes de otras provincias, explicó. “Un caso puntual es el de Juan Carreras, delegado de la carrera de Bioquímica, secuestrado y desaparecido dentro de una sede universitaria el 16 de septiembre de 1976. Él era uno de los responsables de las becas de Bioquímica. Era de Belén, Catamarca”, remarcó.
Los comedores tuvieron una importancia preponderante en los tres Tucumanazos. Uno se produjo casi en paralelo al Cordobazo, en mayo de 1969, contra la intervención de la UNT y la iniciativa del cambio en los planes de estudio. El segundo proceso ocurrió del 10 al 14 de noviembre de 1970, que es el Tucumanazo clásico, en el que los estudiantes se manifestaban contra el cierre de la sede de calle Muñecas al 200. Así, lograron que se abran los comedores de Ayacucho al 800 y de la Quinta Agronómica. El tercer proceso, no reconocido, se produjo en junio de 1972 por el asesinato del estudiante Víctor Villalba.